6 de septiembre de 2016

Para los del SÍ: Una razón de peso para el NO

David C

He escuchado y leído diferentes ideas sobre porqué responder NO a la pregunta del plebiscito sobre el proceso de paz con las FARC. Creo que muchas de las ideas, cuando hay una explicación clara y tranquila, cambian, y se vuelven ideas de apoyo al fin del conflicto con las FARC a partir del acuerdo. No voy a exponer esas ideas, ni a explicar porqué considero que hay más razones para optar por el SÍ, que por el NO. Eso lo he hecho en otros medios. Esta vez quiero hablar de una razón muy fuerte para el NO, y que muestra cierta ingenuidad de quienes defienden el SÍ.

Me quiero concentrar, brevemente, en una búsqueda humana fundamental: el sentimiento de la propia existencia. El sentimiento de existir es propio de nuestra especie,  y depende de la mirada de los otros, como lo han demostrado diferentes disciplinas. Es decir, gracias al lugar que los otros nos dan. Aún aquellos que se dicen originales, o independientes, o que no dependen de los otros, se contradicen por el hecho de decirlo a los otros. Somos únicos, gracias a que los otros nos habitan. Es tan evidente esta realidad que a veces no la vemos.

Ahora, son muchas las estrategias que podemos utilizar para ocupar un lugar en los ojos de los otros, es decir, para sentir que existimos. Algunas más felices que otras. Unas nos permiten una mejor vida en común que otras. Un ejemplo de estrategia fallida, es, por ejemplo, la violencia. Esta estrategia nos puede hacer sentir que existimos, que tenemos un lugar, así sea negativo. Y aún si destruimos a otros y, al fin, a sí mismo, podemos ver que es mejor que el vacío de no tener un lugar, es decir de sentir que no existimos. Cuando hay pocas posibilidades de encontrar un lugar, es fácil que la violencia se instale.

En general podemos utilizar diferentes estrategias, unas son salidas falsas. Otras, más reales, ponen en evidencia nuestra dependencia esencial de los otros.

Ahora, con respecto al plebiscito, me parece interesante analizar una estrategia que he visto en algunas personas que hacen campaña por el NO. Es una estrategia que se instaló en algunas sectores sociales y que, con el paso de los años, pasó a ser una fuente importante del sentimiento de existir de muchas personas. Esta estrategia, aclaro, no es vista como tal por quien la utiliza. La persona que la vive no la piensa, pues está sumergido en ella. Es posible verla desde afuera, pero aún así, nombrársela a quien la vive no tiene efecto, por el contrario, puede dañar la relación.  La explico: las ganancias, las aventuras, las formas de expresión, las ideas de otra persona son vividas como propias. Hay una fuerte identificación con un personaje. Solo que esa identificación, al ser tomada como propia, no es percibida. Es decir, la persona la hace parte de sí misma, sin darse cuenta que es otro la fuente directa de sus ideas y emociones. Frente a esta clase de estrategia no estamos hablando de argumentos, o de ideas, cuando se discute. Lo que está en juego en una discusión, y que las palabras ocultan, es la identidad de la persona. Criticar sus ideas es criticar una parte importante de sí mismo. Es crear un vacío en la idea de sí mismo.

Quienes defienden el SÍ, además de estar bien informados, deben afinar la sensibilidad y contar con está realidad construida durante años en el País. La idolatría, como estrategia para sentirse existir, no responde solo a argumentos. Es ingenuo creer que solo con explicación, con información, con crítica, es posible cambiar un NO. Lo que expresa el NO, en este caso, no se refiere a la Paz, o a un acuerdo. El NO es la expresión de la persona para continuar existiendo como ha aprendido a existir durante años, es decir, una existencia basada en la identificación con la imagen del ídolo. Es la expresión de un lugar que ha creído encontrar, así ese lugar sea una ilusión. Esta es una razón de peso, y eso lo debemos entender,  que depende de las relaciones, no de los argumentos. Tampoco señalar la idolatría va a tener efecto, por el contrario, ante un posible vacío la estrategia se fortalece. Lo que queda es ofrecer lugares donde las personas sientan que su identidad puede encontrar otros espacios. La única esperanza es mostrarles, con gestos y palabras, que ya tienen un lugar con nosotros, y nosotros con ellos.