22 de octubre de 2016

Las llaves

Reacción frente al plebiscito para aprobar el acuerdo de Paz
Algún guerrillero de uno de los frentes de las FARC-EP
Selva colombiana


Imagino por un momento no sentir miedo. Imagino además un mundo donde la obediencia ciega es contestada. Imagino un mundo donde mis relaciones se vivan en la tranquilidad de lo cotidiano. No parecían haber llaves para entrar, o para salir del presente. Años en el corazón de las tinieblas, en estas selvas profundas, fundieron las llaves. Aún los altos mandos son impotentes ante el mundo creado. Ellos, como nosotros, sufrimos esta forma de vivir. Llevo en mí el sentimiento de vícitima y de victimario. Entré como muchos : un ideal, un futuro, un dogma dirigían y justificaban mis actos. Soy parte de esta máquina vetusta,  incontrolable, donde relaciones de desconfianza se reproducen durante más de medio siglo. Relaciones entre nosotros y entre nosotros y el mundo. Relaciones casi imposibles de cambiar desde adentro. Nos decimos, nos imaginamos, del lado del bien. Creamos símbolos y discursos que defienden altos ideales : la humanidad, la igualdad entre los hombres, la libertad, la justicia, un paraíso en la tierra... Y de tanto imaginarnos de este lado, del lado del bien, de tanto defender valores supremos, nos olvidamos de cada humano concreto, de cada mundano y simple humano. A los otros, a quienes están en el otro extremo, también se les olvidó el ordinario humano de carne y hueso.

No tengo las llaves de entrada o de salida. Las llaves las tienen otros. Otros a quienes se les preguntará si quieren abrir la puerta para que yo salga, para que yo entre. Muchos dirán que sí. Muchos dirán que no. Las llaves son palabras escritas. Muchas palabras escritas a la espera de ser leídas. Dudo por un momento. Cuántas palabras deberán recorrer los ojos de quienes tienen las llaves. Imagino sus ojos cansados. Imagino sus ocupaciones diarias, familia, trabajo, amigos... Pienso en el miedo de esos ojos imaginando mi entrada en su mundo, pienso en ellos recorriendo las palabras con tal temor. Creo ver ojos de odio, odio entendible. Siento también miradas de perdón, tal vez inexplicable, pero humano. 

Pienso en el encadenamiento de esas palabras y la capacidad y la voluntad de mirarlas, de entenderlas. Pienso además en la claridad de las palabras. Me inquieta  el implacable tiempo. Dibujo en mi mente el mundo que crearán. Veo el mundo que acabarán, mi mundo presente. Siento alivio y esperanza. Siento angustia y temor. Un sí o un no determinará el fin o la continuidad de este mundo. Mundo de guerra y dolor, mundo que se impregnó en mi carne. Siento que las palabras, esas miles de palabras escritas, pueden hacerme otra persona. Imagino ese otro que nace, que tal vez está en mí desde mis primeros días, días de amor de madre, de una promesa de mundo acogedor que no se cumplió.  Tal vez ese otro, que también soy yo, solo necesita un lugar para crecer ¿Lugar probable? Me pregunto si mis ojos verán otro mundo, y  si mi mundo interior cambiará viviendo afuera. Recuerdo el mundo de mi niñez, afuera. Mis hermanos, mi madre, mi casa, una aguapanela con sabor a mi abuela. Regresar a ese mundo inicial es tal vez posible, sino con todos ellos, al menos con los que quedan. Siento impaciencia. Quiero volver. A quien debo escribir, con quién debo hablar ¿Con usted? ¿Quiere abrir la puerta ?


6 de septiembre de 2016

Para los del SÍ: Una razón de peso para el NO

David C

He escuchado y leído diferentes ideas sobre porqué responder NO a la pregunta del plebiscito sobre el proceso de paz con las FARC. Creo que muchas de las ideas, cuando hay una explicación clara y tranquila, cambian, y se vuelven ideas de apoyo al fin del conflicto con las FARC a partir del acuerdo. No voy a exponer esas ideas, ni a explicar porqué considero que hay más razones para optar por el SÍ, que por el NO. Eso lo he hecho en otros medios. Esta vez quiero hablar de una razón muy fuerte para el NO, y que muestra cierta ingenuidad de quienes defienden el SÍ.

Me quiero concentrar, brevemente, en una búsqueda humana fundamental: el sentimiento de la propia existencia. El sentimiento de existir es propio de nuestra especie,  y depende de la mirada de los otros, como lo han demostrado diferentes disciplinas. Es decir, gracias al lugar que los otros nos dan. Aún aquellos que se dicen originales, o independientes, o que no dependen de los otros, se contradicen por el hecho de decirlo a los otros. Somos únicos, gracias a que los otros nos habitan. Es tan evidente esta realidad que a veces no la vemos.

Ahora, son muchas las estrategias que podemos utilizar para ocupar un lugar en los ojos de los otros, es decir, para sentir que existimos. Algunas más felices que otras. Unas nos permiten una mejor vida en común que otras. Un ejemplo de estrategia fallida, es, por ejemplo, la violencia. Esta estrategia nos puede hacer sentir que existimos, que tenemos un lugar, así sea negativo. Y aún si destruimos a otros y, al fin, a sí mismo, podemos ver que es mejor que el vacío de no tener un lugar, es decir de sentir que no existimos. Cuando hay pocas posibilidades de encontrar un lugar, es fácil que la violencia se instale.

En general podemos utilizar diferentes estrategias, unas son salidas falsas. Otras, más reales, ponen en evidencia nuestra dependencia esencial de los otros.

Ahora, con respecto al plebiscito, me parece interesante analizar una estrategia que he visto en algunas personas que hacen campaña por el NO. Es una estrategia que se instaló en algunas sectores sociales y que, con el paso de los años, pasó a ser una fuente importante del sentimiento de existir de muchas personas. Esta estrategia, aclaro, no es vista como tal por quien la utiliza. La persona que la vive no la piensa, pues está sumergido en ella. Es posible verla desde afuera, pero aún así, nombrársela a quien la vive no tiene efecto, por el contrario, puede dañar la relación.  La explico: las ganancias, las aventuras, las formas de expresión, las ideas de otra persona son vividas como propias. Hay una fuerte identificación con un personaje. Solo que esa identificación, al ser tomada como propia, no es percibida. Es decir, la persona la hace parte de sí misma, sin darse cuenta que es otro la fuente directa de sus ideas y emociones. Frente a esta clase de estrategia no estamos hablando de argumentos, o de ideas, cuando se discute. Lo que está en juego en una discusión, y que las palabras ocultan, es la identidad de la persona. Criticar sus ideas es criticar una parte importante de sí mismo. Es crear un vacío en la idea de sí mismo.

Quienes defienden el SÍ, además de estar bien informados, deben afinar la sensibilidad y contar con está realidad construida durante años en el País. La idolatría, como estrategia para sentirse existir, no responde solo a argumentos. Es ingenuo creer que solo con explicación, con información, con crítica, es posible cambiar un NO. Lo que expresa el NO, en este caso, no se refiere a la Paz, o a un acuerdo. El NO es la expresión de la persona para continuar existiendo como ha aprendido a existir durante años, es decir, una existencia basada en la identificación con la imagen del ídolo. Es la expresión de un lugar que ha creído encontrar, así ese lugar sea una ilusión. Esta es una razón de peso, y eso lo debemos entender,  que depende de las relaciones, no de los argumentos. Tampoco señalar la idolatría va a tener efecto, por el contrario, ante un posible vacío la estrategia se fortalece. Lo que queda es ofrecer lugares donde las personas sientan que su identidad puede encontrar otros espacios. La única esperanza es mostrarles, con gestos y palabras, que ya tienen un lugar con nosotros, y nosotros con ellos.