20 de diciembre de 2014

"me gusta"


La soledad es una cosa muy hijueputa, pa’ que pues. No crea que por que uno está en todas las redes sociales no está solo. Nada que ver, al contrario, o por el contrario, o como se diga, las redes, no lo niego, le dan a uno cierta sensación de estar acompañado, pero no nos digamos mentiras, no hay como la piel. Bueno, pues sí, yo me digo a mí mismo: mí mismo, mira cómo tenés de amigos, ve, no creas, has recibido solicitudes por montones, quieren ser tus amigos, entonces sentite bien, cuál soledad ni que nada, es más, te dieron "me gusta". Y yo le creo, bueno me lo creo. Una aclaración, yo hablo mucho conmigo mismo, no es que esté loco, es que así soy, como todos. Y mi mí mismo a veces me consuela, pero dura un ratico, por que después el otro mí mismo, menos optimista, me dice: acompañado, solicitado, ja, qué risa, créetela, esas tales compañías, esas tales amistades no harían el menor esfuerzo por vos. O mejor, vos qué harías por ellos. Pues sí, dar un clic en “me gusta” es muy fácil, o escribir cualquier pendejada, un comentario pa’ decir que estás de acuerdo, pero de ahí a mover el culo por otro… Eso ya es mucho, y no estamos pa’ tanto. Entonces no me digas que tenés muchos amigos, no te digas mentiras, al menos estoy yo acá para que te des cuenta de los cuentos que te echás. Y entonces, el mí mismo que se cree filósofo habla: no, no estás solo. Las redes te pueden dar una sensación de compañía, es cierto, y pueden ayudar a otros, pero no remplazan la piel, el olor, la mirada que compartes cuando los alientos se confunden. No hay como esa mirada que, unida a un olor, a un sonido, a una presencia, te deja saber que otro, como vos, está presente, no en una red de éter, sino la solidez de la carne. Y ese discurso, tan serio, tan centrado, hasta tan filósofico (qué pereza) me pone a pensar (qué pereza). Pero hay más, otra voz se une al coro, y me dice, mirá, si ves bien, estás, desde las entrañas, más acompañado que un putas, o qué somos todos estos que estamos discutiendo acá. Mientras tanto yo escucho, por que uno debe escuchar a los otros, y ellos, me sorprende, van hablando, cada uno con su forma. Eso sí, se respetan la palabra. Va uno, después el otro. Y yo, que voy caminando, me doy cuenta de que estoy hablando solo.